La pandemia en la que estamos inmersos, ha supuesto una losa para numerosos sectores, pero también una oportunidad para acelerar procesos que a largo plazo iban a ser inevitables.
La educación es un buen ejemplo de ello; profesores y alumnos se vieron obligados a la teleeducación en muy pocos días, sin formación, herramientas ni medios establecidos. Poco a poco se han ido solventando las barreras, pero el punto de fricción se encuentra, como no, en los exámenes.
En mayo del 2020 un alumno de la Universidad de Córdoba denunciaba a la institución por «videovigilar» a sus estudiantes durante la elaboración de los exámenes a distancia. Según el demandante, la obligatoriedad de las grabaciones viola «el derecho a la intimidad de domicilio y no tiene base legal».
Todas las universidades han impulsado evaluaciones a distancia, siempre mediante grabaciones supervisadas. Hay diferentes mecanismos, desde la webcam hasta sistemas de reconocimiento facial. Estos últimos están en el disparadero, y han sido cuestionados por la Agencia Española de Protección de Datos. La asociación de rectores los contempla con mucha cautela, al ser altamente invasivos.
Y es que, no son pocos, los métodos más utilizados para hacer trampas en los exámenes online:
- Herramientas de desarrollo: Todos los navegadores dan la opción de revisar el código de la página y, si el programador no ha tenido cuidado a la hora de escribir el código, puede verse cuál es la respuesta correcta en los exámenes tipo test. Para evitarlo se pueden utilizar exámenes de respuesta abierta. El informe elaborado por el Ministerio reconoce que no existe «una tecnología que pueda garantizar completamente su autoría y evite la realización de actos fraudulentos durante la realización de las pruebas, pero existen recomendaciones y medios que permiten minimizar su impacto».
- Videollamada: Se utiliza, por ejemplo, en exámenes tipo test en los que el profesor da acceso a la prueba con un tiempo normalmente muy limitado. Uno de los sistemas utilizados para hacer trampas es realizar una videollamada -o utilizar WhatsApp- entre varios alumnos para repartirse las preguntas en los exámenes tipo test y tener más tiempo para buscarlas; o recurrir a alguien que sepa las preguntas. Al menos obliga a los alumnos a buscar la información por internet o en los apuntes.
- Ayuda fuera de cámara: Las respuestas son dictadas por alguien sito fuera del campo de acción de la cámara, que aun así pueda ver la pantalla.
- Plagio: Existen programas que lo detectan, tanto si se trata de trabajos realizados por otros estudiantes como de fuentes de internet. El informe del Ministerio propone como herramientas ‘Turnitin’ y ‘Urkind’, aunque tampoco son infalibles: hay aplicaciones y páginas web que cambian los textos copiados para que sean irreconocibles.
- Aplicaciones: Igual que hay apps que resumen textos de internet o cambian algunas palabras, las hay que escanean una operación matemática y la resuelven dando los pasos intermedios; o analizan sintácticamente las oraciones en español y hasta en latín.
- Escritorio remoto: En los exámenes se utiliza para llevar a cabo una suplantación de identidad digital. Hay programas que permiten conectarse al ordenador de otra persona y manejarlo moviendo el ratón por la pantalla, entrando en aplicaciones y archivos… Hay quien ofrece sus servicios para resolver así exámenes ajenos, encontrándose físicamente en otra parte.
- Chuletas: Algunos las colocan junto a la pantalla, de forma que no las capte la cámara o utilizan versiones digitales (en el móvil).
Ante todas estas posibilidades, la solución que tienen los profesores es recurrir también a la tecnología. El informe del ministerio de Educación incluye tres tipos de propuestas de exámenes. Los primeros son los exámenes tipo cuestionario y de preguntas cortas, para los que recomienda el uso de ‘Aulas Moodle’, ‘TestOnline’, ‘EvalBox’ o ‘TestWe’. Los expertos recomiendan evitar las preguntas que puedan contestarse memorizando contenidos, primando las reflexiones del alumno; que las cuestiones sean aleatorias y que se ajuste la duración del examen para que se pueda leer y contestar pero que no de tiempo a buscar las soluciones.
El informe también aborda los sistemas disponibles para garantizar la autoría de los exámenes. Estos incluyen la vigilancia mediante webcam para el reconocimiento facial y por voz del alumno; y el uso de programas para el control de la pantalla y el hardware conectado al ordenador. No obstante, el uso de estas tecnologías puede ser problemático: La Agencia Española de Protección de Datos (AEPD) publicó un informe el pasado día 8 de mayo (https://www.aepd.es/es/prensa-y-comunicacion/notas-de-prensa/aepd-publica-informe-reconocimiento-facial-examenes) en el que establecía que el uso de técnicas de reconocimiento facial para identificar a los alumnos «exige garantías reforzadas», ya que la identificación biométrica de las personas está incluida en el apartado de «categorías especiales» en el tratamiento de datos, y sería necesario aprobar una norma con rango de Ley que lo permitiera. Según la AEPD, habría que ofrecer a los alumnos la posibilidad de realizar esas evaluaciones en una situación equiparable que no necesitase de esas técnicas, como el examen presencial o alternativas que no requieran el tratamiento de sus datos biométricos y fueran similares en duración y dificultad. También considera el organismo que no se puede denegar al alumno la posibilidad de matriculación o de acceder a la evaluación si se niega a utilizar el reconocimiento facial o de voz.
Otro sistema para garantizar que es el alumno quien contesta es la supervisión online en vivo, en la que una persona está al otro lado de la cámara y comprueba que el carné del estudiante es el que corresponde y en su entorno no hay nada que pueda servirle para cometer trampas.
Entre los ejemplos de programas que utilizan estos sistemas se encuentran ‘ManageExam’ (con control mediante fotos tomadas al azar o vigilancia en vivo); ‘ProctorExam’ (control de la pantalla y monitorización del alumno mediante su móvil y la webcam); ‘ProctorU’ (alerta si la webcam detecta comportamientos sospechosos y ofrece supervisión en vivo con personal propio); ‘Examity’ (utiliza reconocimiento facial, huella dactilar o patrón de voz en el móvil y recoge comportamientos sospechosos del alumno); o Respondus (graba con la webcam al alumno durante el examen, analiza su comportamiento y bloquea las aplicaciones del ordenador mientras se realiza el examen). También utiliza estas características ‘Smowl’, un sistema nacido en la empresa guipuzcoana Smowltech que utiliza un algoritmo de reconocimiento facial automático para verificar la identidad del usuario y detectar comportamientos incorrectos a lo largo del examen.
Otra opción que propone el informe son los exámenes orales, con unas medidas de seguridad que incluyen identificar al alumno, utilizar el sistema de «compartir pantalla» para garantizar que todos los archivos del ordenador están cerrados; ver la cara del estudiante y el escritorio en la cámara; encriptar los vídeos y controlar quién ha accedido a ellos; y validar la seguridad informática de la herramienta. Entre los servicios que se pueden usar están Jitsi, Whereby, Video Etherpad, E-Oral, Microsoft Teams, WebEx Meetings, Zoom y Skype.